Objetivo: Reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas.
Narración:
¿ Me oyes, Señor ?
Estoy sufriendo horrores, encerrado en mí mismo, prisionero de mí mismo, no oigo más que mi voz, sólo me veo a mí mismo, y tras de mí no hay más que aburrimiento.
¿ Me oyes, Señor ?
Líbrame de mi cuerpo: es un montón de hambre, y cuando toca algo con sus inconmensurables ojos enormes, con sus mil manos extendidas, sólo es para agarrarlo e intentar apagar con ellos su insaciable apetito.
¿ Me oyes, Señor ?
Líbrame de mi corazón; está henchido de amor, pero, aún cuando creo que amo locamente, acabo descubriendo con rabia que es a mí mismo a quien estoy amando a través del otro.
¿ Me oyes, Señor ?
Líbrame de mi espíritu: está lleno de sí mismo, de sus ideas, de sus opiniones; no sabe dialogar, pues no le llegan más palabras que las suyas.
Y yo solo me aburro, me canso, me detesto, me doy asco; desde que empecé a dar vueltas y más vueltas en mi sucia piel como en un lecho quemante de enfermo, del que daría cualquier cosa por huir.
Todo me parece ruin, feo, sin luz... y es que ya no sé ver nada sino a través de mí. Y siento ganas de odiar los hombres y al mundo...
Y sólo es por despecho, puesto que no sé amarlo. Y quisiera salir, escaparme, marchas a otros países. Porque sé que la alegría existe; la ha visto cantar en muchos rostros; se que la luz brilla; la he visto iluminando mil miradas.
Mas no puedo salir de mí; yo amo mi prisión al tiempo que la odio; pues yo soy mi prisión y yo me amo; yo me amo, Señor, y me doy asco.
Y ahora no encuentro ya ni siquiera la puerta de mi casa; enceguecido, avanzo a tientas, me golpeo con mis propias paredes, con mis límites me hiero, me hago daño, demasiado daño, y nadie lo sabe porque nadie entró en mí.
Estoy solo, solo...
Señor, Señor, ¿ me oyes ?
Enséñame mi puerta, cógeme la mano, ábreme, enséñame el camino, la ruta de la luz y alegría.
Señor, ¿ me está oyendo ?
DICE DIOS:
Sí, pequeño, te oigo y me das pena. Hace tiempo que acecho tus persianas cerradas.
Hace tiempo que espero ante tu puerta cerrada. Ábrela, me hallarás en el umbral.
Yo te estoy esperando, y te esperan los otros. Sólo hace falta abrir, hace falta que salgas de ti mismo. ¿ Por qué continuas siendo prisionero de ti mismo ? ERES LIBRE.
No fui yo quien cerró la puerta, ni puedo ahora abrírtela. Eres tú quien tiene echado el seguro por dentro. Abre, mi luz te iluminará...!
Preguntas para el diálogo:
1.¿ En qué te hace pensar esta reflexión ?
2.¿ Cómo describirías la situación que vive el protagonista ?
3.¿ Te sientes identificado con esta situación ? ¿ Por qué ?
4.¿ Qué piensas de la afirmación El hombre es aquello que hace ?
5.¿ Cómo te autodefinirías en este momento ?
6.¿ Qué pasos concretos realizarías para seguir creciendo como persona ?
Narración:
¿ Me oyes, Señor ?
Estoy sufriendo horrores, encerrado en mí mismo, prisionero de mí mismo, no oigo más que mi voz, sólo me veo a mí mismo, y tras de mí no hay más que aburrimiento.
¿ Me oyes, Señor ?
Líbrame de mi cuerpo: es un montón de hambre, y cuando toca algo con sus inconmensurables ojos enormes, con sus mil manos extendidas, sólo es para agarrarlo e intentar apagar con ellos su insaciable apetito.
¿ Me oyes, Señor ?
Líbrame de mi corazón; está henchido de amor, pero, aún cuando creo que amo locamente, acabo descubriendo con rabia que es a mí mismo a quien estoy amando a través del otro.
¿ Me oyes, Señor ?
Líbrame de mi espíritu: está lleno de sí mismo, de sus ideas, de sus opiniones; no sabe dialogar, pues no le llegan más palabras que las suyas.
Y yo solo me aburro, me canso, me detesto, me doy asco; desde que empecé a dar vueltas y más vueltas en mi sucia piel como en un lecho quemante de enfermo, del que daría cualquier cosa por huir.
Todo me parece ruin, feo, sin luz... y es que ya no sé ver nada sino a través de mí. Y siento ganas de odiar los hombres y al mundo...
Y sólo es por despecho, puesto que no sé amarlo. Y quisiera salir, escaparme, marchas a otros países. Porque sé que la alegría existe; la ha visto cantar en muchos rostros; se que la luz brilla; la he visto iluminando mil miradas.
Mas no puedo salir de mí; yo amo mi prisión al tiempo que la odio; pues yo soy mi prisión y yo me amo; yo me amo, Señor, y me doy asco.
Y ahora no encuentro ya ni siquiera la puerta de mi casa; enceguecido, avanzo a tientas, me golpeo con mis propias paredes, con mis límites me hiero, me hago daño, demasiado daño, y nadie lo sabe porque nadie entró en mí.
Estoy solo, solo...
Señor, Señor, ¿ me oyes ?
Enséñame mi puerta, cógeme la mano, ábreme, enséñame el camino, la ruta de la luz y alegría.
Señor, ¿ me está oyendo ?
DICE DIOS:
Sí, pequeño, te oigo y me das pena. Hace tiempo que acecho tus persianas cerradas.
Hace tiempo que espero ante tu puerta cerrada. Ábrela, me hallarás en el umbral.
Yo te estoy esperando, y te esperan los otros. Sólo hace falta abrir, hace falta que salgas de ti mismo. ¿ Por qué continuas siendo prisionero de ti mismo ? ERES LIBRE.
No fui yo quien cerró la puerta, ni puedo ahora abrírtela. Eres tú quien tiene echado el seguro por dentro. Abre, mi luz te iluminará...!
Preguntas para el diálogo:
1.¿ En qué te hace pensar esta reflexión ?
2.¿ Cómo describirías la situación que vive el protagonista ?
3.¿ Te sientes identificado con esta situación ? ¿ Por qué ?
4.¿ Qué piensas de la afirmación El hombre es aquello que hace ?
5.¿ Cómo te autodefinirías en este momento ?
6.¿ Qué pasos concretos realizarías para seguir creciendo como persona ?
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